LA FUENTE QUE COMPRÓ MI HIJA

Nos paramos frente a una venta de garaje por insistencia de mi hija menor, algo tan simple como una fuente fue lo que llamó su atención !Una fuente¡ que tan atractivo podría ser para una niña de tan solo 8 años, sin embargo este objeto de cantera que no combinaba con el diseño de la casa y muchos menos con el de su cuarto, fue lo que la cautivó por completo, pronto le dijo al dueño "apártamelo regreso". Llego a casa y sacó su dinero, cantidad que había ahorrado para comprar algo muy especial " el día había llegado" en que con tanta emoción sacaba el dinero de su alcancía para comprar esa fuente. Quise tratar de convercerla de su utilidad, pero al escuchar la emoción con la que decía ¡voy a comprar una fuente que será mía!, callé y dejé que la comprara.

Una vez que la obtuvo hubo una sonrisa que no puedo describir. A quienes pudo les dijo lo que había comprado. Algo tan simple a la que yo como adulto no le veía valor alguno, era lo que mi hija valoraba. Fue entonces que me di cuenta de la simpleza y sencillez que puede tener un niño, habilidad que perdemos cuando vamos creciendo. Dejamos de ser sencillos y empezamos a enfocarnos en una serie de cosas y asuntos donde perdemos la objetividad. Sin darnos cuenta entramos en un estado emocional que nos lleva a estar en depresión, ansiedad, frustración, caemos en una inestabilidad emocional que nos sobrepasa y hace que lleguemos a ser una persona tan compleja que hasta nosotros mismos desconocemos.

Ciertamente necesitamos madurar, pero eso no significa que dejemos de ser sencillos y simples. Necesitamos estudiar, terminar una carrera y trabajar, pero eso no quiere decir que para ello tengamos que ser complejos. Cuando nuestro ser cae en esa condición nos sentimos secos, apagados, cansados, vacíos, muertos e insatisfechos.

¿Qué representa espiritualmente una fuente? el fluir de la vida. Dios es el único que puede apagar nuestra sequedad a través de un fluir interno. Cuando dejamos de ser sencillo y nos volvemos complejos dejamos de acudir a la fuente de donde emana y fluye la vida.

Cuando aprendamos a ser sencillos y simples podremos disfrutar que desde nuestro interior hay una fuente que fluye como ríos de agua de vida, eso fue lo que le sucedió a la Samaritana en el evangelio de Juan.